Las grandes consultoras temen otra década perdida en bolsa

Las grandes consultoras temen otra década perdida en bolsa

Aunque los analistas pronostican un año de buen rendimiento en Wall Street, las principales firmas de inversión alertan sobre un posible periodo de bajo crecimiento en el mercado bursátil.

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Nadie en Wall Street espera un mal 2025. Las principales firmas de inversión, como Goldman Sachs, Morgan Stanley y JP Morgan, coinciden en pronosticar un buen rendimiento del mercado bursátil a corto plazo. Sin embargo, también comienzan a escucharse voces que alertan sobre un posible periodo de bajo crecimiento, lo que algunos analistas llaman una “década perdida” para las acciones. Con una mezcla de previsiones optimistas y advertencias sombrías, la pregunta es: ¿qué podemos esperar realmente del mercado en los próximos años?

El optimismo a corto plazo

Para el año que comienza, Goldman Sachs estima que el S&P 500 alcanzará los 6.500 puntos a finales de 2025, lo que representaría un aumento del 10% respecto a su nivel actual y una rentabilidad total del 10%, incluyendo dividendos. Este crecimiento estaría impulsado por un incremento del 11% en las ganancias empresariales, un crecimiento medio de ventas del 5%, y un aumento en los márgenes de beneficio, en línea con un PIB nominal de Estados Unidos del 4,9% (2,5% de crecimiento real y 2,4% de inflación).

Por su parte, Morgan Stanley comparte este objetivo de 6.500 puntos, aunque con matices. Según sus estrategas, el crecimiento del índice se basará en un aumento del 13% en beneficios y una contracción del 5% en los múltiplos de valoración. La firma también presenta escenarios alternativos: en un contexto optimista, el índice podría alcanzar los 7.400 puntos, pero en un escenario pesimista podría caer hasta los 4.600 puntos.

Otras firmas, como JP Morgan y Bank of America, también prevén resultados positivos, aunque con diferentes matices. Bank of America, por ejemplo, se muestra ligeramente más optimista, situando su pronóstico en 6.666 puntos, mientras que Yardeni Research es aún más ambicioso y predice un S&P 500 en 7.000 para finales de 2025. Este optimismo se debe en parte a factores estructurales como el impulso de la inteligencia artificial, la desregulación y un aumento en la actividad de fusiones y adquisiciones.

El temor a una década perdida

Aunque las previsiones para 2025 son alentadoras, muchos estrategas advierten que el mercado podría enfrentarse a un periodo prolongado de bajo rendimiento, conocido como “década perdida”. Goldman Sachs, por ejemplo, estima que el S&P 500 podría alcanzar los 7.800 puntos para 2034, lo que representaría una revalorización anual inferior al 3%. De manera similar, Bank of America prevé rendimientos anuales de entre el 0% y el 1.5% durante el mismo periodo.

¿Por qué estos pronósticos tan sombríos? Las razones detrás de este pesimismo son varias. En primer lugar, las valoraciones actuales del mercado son extremadamente altas. El CAPE (relación precio-beneficio ajustada cíclicamente) del índice se encuentra en 38, un nivel que no se veía desde la Gran Depresión. Esto coloca al mercado en el percentil 97 de su histórico, lo que significa que solo el 3% del tiempo desde 1930 ha estado más caro. Estas valoraciones elevadas actúan como un freno para el crecimiento a largo plazo, ya que limitan la capacidad de los precios para seguir expandiéndose.

En segundo lugar, los factores macroeconómicos añaden presión. JP Morgan señala que el envejecimiento de la población y el fin de la globalización son tendencias estructurales que podrían desacelerar el crecimiento. A medida que los inversores más mayores prefieren activos seguros como bonos, la demanda de acciones podría disminuir, reduciendo la liquidez del mercado. Además, los déficits fiscales previstos, que podrían alcanzar el 116% del PIB para 2030, aumentarían la carga tributaria para las empresas, afectando directamente su rentabilidad.

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Por último, el crecimiento en márgenes y ventas es difícil de sostener durante largos periodos. Aunque la tecnología y la innovación han sido motores clave, mantener tasas elevadas de rentabilidad en un entorno tan competitivo requiere un nivel de eficiencia y disrupción que no todas las empresas pueden alcanzar.

Las fortalezas del mercado

A pesar de estas advertencias, hay razones para ser optimistas. El mercado ha demostrado históricamente su capacidad para superar incluso las predicciones más sombrías. Por ejemplo, en 1999, Warren Buffett advirtió sobre la imposibilidad de mantener márgenes empresariales elevados durante largos periodos. Sin embargo, dos décadas después, esos márgenes no solo se han mantenido, sino que han crecido significativamente.

Una de las fortalezas del mercado estadounidense es su capacidad de evolucionar estructuralmente. El S&P 500 no es un índice estático: aproximadamente el 36% de sus componentes cambian cada 10 años, reemplazando a empresas menos competitivas por líderes en innovación. Por ejemplo, Meta no formó parte del índice hasta 2013 y Tesla se unió en 2020. Este dinamismo garantiza que el índice esté compuesto por las empresas más relevantes y adaptadas a los cambios económicos y tecnológicos.

Además, la composición actual del S&P 500 está dominada por sectores con altos márgenes y bajo apalancamiento, como el tecnológico y el de atención médica, que representan aproximadamente el 50% del índice. Estas características justifican múltiplos más altos en comparación con décadas anteriores. De hecho, si eliminamos a las siete grandes tecnológicas, los múltiplos del índice bajan a niveles históricos, dejando espacio para un crecimiento más equilibrado.

Otro factor que podría contrarrestar las predicciones pesimistas es el impacto de la innovación. Tecnologías emergentes como la inteligencia artificial, la transición energética y la digitalización de los procesos empresariales tienen el potencial de impulsar la productividad y el crecimiento económico durante la próxima década. Este tipo de transformaciones estructurales ha sido un motor clave para los mercados en el pasado y podría serlo nuevamente en el futuro.

Finalmente, es importante recordar que las predicciones de bajo rendimiento en los mercados no son nuevas. En muchas ocasiones, los analistas han subestimado la capacidad del mercado para adaptarse y prosperar. Por ejemplo, a principios de la década de 2010, pocos anticipaban que el S&P 500 superaría consistentemente el 3% de crecimiento anual proyectado por firmas como Goldman Sachs en aquel entonces. Hoy, esas previsiones parecen demasiado conservadoras a la luz de los rendimientos históricos.

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